Esta semana escuche un
reportaje al golpista de Biolcatti, a propósito de su “patoteada” en la
Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, y como no podía ser de otra
manera, mi sangre se fue de 36 grados a mas de100. (“Me hirve la sangre” decían
en mi barrio)
Por eso, cuando algo me saca
de las casillas, una buena forma de ordenar mis ideas es ponerme a escribir.
Antes debo dejar en claro mi
posición ante las retenciones. Mucho se ha hablado desde la época de la 125
sobre la validez o no de las retenciones a la exportación. Considero que las
retenciones son una herramienta valida que tiene el Estado (no el gobierno)
para controlar las diferencias entre precios internos y precios externos de los
productos exportables, sobre todo los llamados
comodities (materias primas que en nuestro caso se refieren
principalmente a agropecuarios). No afecta a las ventas internas por lo que se
transforma en un herramienta de control de cambio, e impide que se exporte toda
la producción de un artículo porque afuera se paga mas, desabasteciendo el
mercado local. Es una forma de redistribución de las enormes ganancias que
tienen los terratenientes cuando venden sus cosechas o sus animales. Nunca
pierden, acaso dejan de ganar un poco si hay sequia o inundación, y en seguida
piden subsidios. Ni hablar en materia previsional, porque son los que más
cantidad de trabajadores en negro tienen. Pero como ahora los precios de la
soja están altos, y las cosechas son buenas, no joden tanto con las
retenciones.
Ahora el tema es la
valuación fiscal de la tierra. Claro, la Provincia de Buenos Aires encaró una
revaluación de los valores de las propiedades y ponen el grito en el cielo.
Hasta ahora, la provincia aumentaba la alícuota del impuesto inmobiliario
cuando necesitaba fondos, y como era insignificante su incidencia en los
resultados de la explotación, nadie pataleaba. Pero ahora, el gobierno
provincial dice: muchachos, el valor fiscal que tienen las propiedades es del
siglo pasado, ajustemos un poco a la realidad…La realidad es que los valores de
mercado de las tierras rurales han crecido en los últimos 10 años casi un 570%.
Esto implica que 1 Ha que en 2002 valía $ 3.000 hoy cuesta casi $ 17.000. Y no
se está hablando de llevar el valor fiscal a la valuación real, sino de
llevarlo a un 30% de la misma. Y ni hablar de otras provincias que ni siquiera
cuentan con datos sistematizados y de fácil acceso en sus Direcciones de
Rentas, o cuyas valuaciones fiscales datan de mas de 30 años.
Volviendo a la Provincia de
Buenos Aires, esta medida, que los llevará a pagar un poco mas de Impuesto
Inmobiliario, pero que por lo ínfimo no les calienta, hará que crezca también
su patrimonio en el Impuesto a los Bienes Personales, y si por algún
acontecimiento, fortuito o no, su Declaración Jurada de Impuesto a las
Ganancias diera “Quebranto”, merced a las buenas artes de mis colegas
contadores, entonces deberían tributar el Impuesto a la Ganancia Mínima
Presunta. Y esto sí les preocupa porque se van a arrimar un poquito, nada mas
que un poquito, a los “giles” que pagamos todos los impuestos porque estamos
cautivos de una retención efectuada por el empleador (Eso, si tenés la suerte
de cobrar tu sueldo en blanco).
Como se ve sólo se trata de
que pague mas el que mas tiene, principio fundamental de la equidad fiscal.
Por eso, como Ulises en su
viaje de regreso, no escuchemos el canto de las sirenas, que enloquecen, ni nos
dejemos engañar por el llanto de los gauchócratas.