domingo, 29 de marzo de 2015

PROMESAS DE CAMPAÑA

     Las encuestas para las próximas elecciones presidenciales lo posicionan al Ingeniero Macri con guarismos muy alentadores para sus pretensiones de gobernar el país. El último acuerdo con la UCR le dará en el interior la infraestructura que era su costado más flojo a nivel nacional. Claro, habrá que esperar para ver como van a reaccionar las bases del radicalismo con relación al compromiso asumido por sus autoridades, sobre todo después de las últimas declaraciones de Mauricio sobre la nula participación que tendrán los radicales después de unas paso que el PRO está seguro de ganar.

     Con este panorama, Macri, ya lanzado en campaña, tiró toda clase de promesas, directas e indirectas, para endulzar los oídos de sus posibles votantes, entre las primeras se cuentan eliminar las retenciones a las exportaciones agropecuarias – los miembros de la sociedad rural ya están comprando champan – y el impuesto a las ganancias a los trabajadores en relación de dependencia – supuesto motivo del paro del próximo 31/03/2015.

     Cuando le preguntaron como iba a suplir la disminución de ingresos presupuestarios que estas dos medidas traerían aparejadas, respondió: “con buena administración”. No cabe duda que si la disminución de un ingreso no se reemplaza por otro ingreso, la única forma de equilibrar el presupuesto sería bajando egresos o incrementando deuda. Esto suena a ¡¡AJUSTE!! Ya ha dicho que los sueldos son un “gasto” y que el trabajador debe ganar lo mínimo indispensable para hacer sustentable el negocio de su patrón. Los empresarios demostraron en la cena de recaudación de fondos para la campaña, que apoyan estos razonamientos. Y lo aportado no va a ser “gratis”.

     Con respecto al impuesto a las ganancias, si bien es cierto que sólo una parte de los asalariados paga impuestos a las ganancias – (el oficialismo dice 10%, es posible que sean un poco más, pero seguro no pasan del 20%) – y que el impuesto que se termina pagando, alrededor del 10% de los ingresos anuales, está entre los índices usuales en casi todos los países, y en muchos casos es menor, el problema radica en que, los que pagan, hoy están pagando cerca de 3 veces mas de lo que pagaban la última vez que se ajustó el mínimo no imponible. Esto, sin duda, aún cuando el resultado final, como ya dije, está dentro de los porcentajes internacionales, resulta, cuanto menos, molesto para el contribuyente. Algo debería hacer el gobierno al respecto. Pero eliminarlo tampoco sería justo. Que el CEO de una empresa, nacional o multinacional, que cobra un sueldo de $ 100.000 o $ 150.000, no pague impuesto a las ganancias es un despropósito.

     Otra de las promesas de campaña fue que el 11 de diciembre liberará el mercado cambiario. Esto ni sus propios asesores económicos lo pudieron justificar. El resultado sería una corrida cambiaria, con megadevaluación del peso, generando un alto impacto en los precios y en los salarios de los trabajadores.

     De más está decir, que todas estas medidas irían en desmedro de los programas de salud, educación y vivienda, es decir el gasto social.

     Ahora bien, todas estas medidas, no son, ni más ni menos, que el resultado de la coherencia que tiene el ingeniero Macri, entre sus dichos y sus hechos. Basta para ello analizar su gestión en algunos temas puntuales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Mauricio promete bajar los impuestos a nivel nacional, pero en la ciudad, subió el ABL, los Ingresos Brutos y el Impuesto de Sellos en forma continuada estos últimos siete años. También subió las tarifas del subte (+309%), desde que se hizo cargo, y los peajes de las autopistas urbanas (1.200%).[1]

     La deuda de la Ciudad era en 2007 de 548 millones de dólares. A fin de 2014 la deuda era, en dólares, 2.134 millones. Todos los años, menos el 2010, la Ciudad tuvo déficit, acumulando en los siete años 8.584 millones de pesos. No obstante, los presupuestos de educación y vivienda siempre estuvieron subejecutados. Ahora, “la inversión se mantuvo en el 16% del presupuesto, cifra alcanzada en los años previos al PRO, sin recurrir a deuda externa. Esto significa que 84 de cada 100 pesos que ingresaron por impuestos, por préstamos o por la dinámica económica, se consumieron en gastos corrientes, con contratos de servicios cada vez más onerosos con amigos del sector privado, como el de la basura”. [2]

     He leído unos carteles que dicen: Mauricio en el País, Gabriela en la Ciudad, y aunque Mauri le dio su apoyo a Rodriguez Larreta, en ambos supuestos, comparto lo agregado por un representante del graffiti porteño:
¡¡Y nosotros en el horno!!

Osvaldo Villalba
29/03/15







[1] Federico Schmalen -Tiempo Argentino – Domingo 22 de marzo de 2015
[2] Juan Cabandié – diario citado