Las encuestas para las
próximas elecciones presidenciales lo posicionan al Ingeniero Macri con
guarismos muy alentadores para sus pretensiones de gobernar el país. El último
acuerdo con la UCR le dará en el interior la infraestructura que era su costado
más flojo a nivel nacional. Claro, habrá que esperar para ver como van a
reaccionar las bases del radicalismo con relación al compromiso asumido por sus
autoridades, sobre todo después de las últimas declaraciones de Mauricio sobre
la nula participación que tendrán los radicales después de unas paso que el PRO está seguro de ganar.
Con este panorama, Macri, ya
lanzado en campaña, tiró toda clase de promesas, directas e indirectas, para
endulzar los oídos de sus posibles votantes, entre las primeras se cuentan
eliminar las retenciones a las exportaciones agropecuarias – los miembros de la
sociedad rural ya están comprando champan – y el impuesto a las ganancias a los
trabajadores en relación de dependencia – supuesto motivo del paro del próximo
31/03/2015.
Cuando le preguntaron como
iba a suplir la disminución de ingresos presupuestarios que estas dos medidas
traerían aparejadas, respondió: “con buena administración”. No cabe duda que si
la disminución de un ingreso no se reemplaza por otro ingreso, la única forma
de equilibrar el presupuesto sería bajando egresos o incrementando deuda. Esto
suena a ¡¡AJUSTE!! Ya ha dicho que
los sueldos son un “gasto” y que el trabajador debe ganar lo mínimo
indispensable para hacer sustentable el negocio de su patrón. Los empresarios
demostraron en la cena de recaudación de fondos para la campaña, que apoyan
estos razonamientos. Y lo aportado no va a ser “gratis”.
Con respecto al impuesto a
las ganancias, si bien es cierto que sólo una parte de los asalariados paga
impuestos a las ganancias – (el oficialismo dice 10%, es posible que sean un
poco más, pero seguro no pasan del 20%) – y que el impuesto que se termina
pagando, alrededor del 10% de los ingresos anuales, está entre los índices
usuales en casi todos los países, y en muchos casos es menor, el problema
radica en que, los que pagan, hoy están pagando cerca de 3 veces mas de lo que
pagaban la última vez que se ajustó el mínimo no imponible. Esto, sin duda, aún
cuando el resultado final, como ya dije, está dentro de los porcentajes
internacionales, resulta, cuanto menos, molesto para el contribuyente. Algo
debería hacer el gobierno al respecto. Pero eliminarlo tampoco sería justo. Que
el CEO de una empresa, nacional o multinacional, que cobra un sueldo de $
100.000 o $ 150.000, no pague impuesto a las ganancias es un despropósito.
Otra de las promesas de
campaña fue que el 11 de diciembre liberará el mercado cambiario. Esto ni sus
propios asesores económicos lo pudieron justificar. El resultado sería una
corrida cambiaria, con megadevaluación del peso, generando un alto impacto en
los precios y en los salarios de los trabajadores.
De más está decir, que todas
estas medidas irían en desmedro de los programas de salud, educación y vivienda,
es decir el gasto social.
Ahora bien, todas estas
medidas, no son, ni más ni menos, que el resultado de la coherencia que tiene
el ingeniero Macri, entre sus dichos y sus hechos. Basta para ello analizar su
gestión en algunos temas puntuales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Mauricio promete bajar los
impuestos a nivel nacional, pero en la ciudad, subió el ABL, los Ingresos
Brutos y el Impuesto de Sellos en forma continuada estos últimos siete años.
También subió las tarifas del subte (+309%), desde que se hizo cargo, y los
peajes de las autopistas urbanas (1.200%).[1]
La deuda de la Ciudad era en
2007 de 548 millones de dólares. A fin de 2014 la deuda era, en dólares, 2.134 millones. Todos los
años, menos el 2010, la Ciudad tuvo déficit, acumulando en los siete años 8.584
millones de pesos. No obstante, los presupuestos de educación y vivienda
siempre estuvieron subejecutados. Ahora, “la inversión se mantuvo en el 16% del
presupuesto, cifra alcanzada en los años previos al PRO, sin recurrir a deuda
externa. Esto significa que 84 de cada 100 pesos que ingresaron por impuestos,
por préstamos o por la dinámica económica, se consumieron en gastos corrientes,
con contratos de servicios cada vez más onerosos con amigos del sector privado,
como el de la basura”. [2]
He leído unos carteles que
dicen: Mauricio en el País, Gabriela en la Ciudad, y aunque Mauri le dio su
apoyo a Rodriguez Larreta, en ambos supuestos, comparto lo agregado por un
representante del graffiti porteño:
¡¡Y nosotros en el horno!!
Osvaldo
Villalba
29/03/15