Rodrigo subió al colectivo como lo hacía todos los días al volver de la oficina. Lo tomaba en la terminal por lo que siempre esperaba para viajar sentado, y elegía el último asiento, el largo, y en la ventanilla de la izquierda. Era una pavada, pero ni en esas cosas, elegía una posición a la derecha. Hacía casi 10 años que, de lunes a viernes, repetía esa rutina. A sus 40 años, era la primera vez que un trabajo le duraba tanto. No porque fuera una gran cosa, sino porque él había comenzado a cambiar. Ya no tenía la inquietud de los 20 años, de buscar, de crecer, de cambiar. Los amigos le decían que se había achanchado, hasta para jugar al fútbol. Antes disputaba cada pelota como si fuera la final de la copa del mundo, ahora cuando perdía una pelota dividida, no la corría, ya está...Los ocasionales compañeros de equipo le prodigaban todo tipo de epítetos, se los pueden imaginar, y él solo sonreía. Claro, tampoco era como antes el cierre de los partidos. Ahora, al terminar, todos se cambiaban y se iban corriendo, porque los esperaban a cenar las esposas e hijos y ya no había mesa de birra y cargadas. Sólo él no tenía apuro. Nadie lo esperaba. Desde que Sonia, lo había dejado, hace ya muchos años, no había vuelto a tener una pareja estable. En realidad, si lo esperaban. Simón, su gato, viejo como él, lo esperaba en su departamento, y lo recibía en la puerta, y maullaba apenas ponía la llave en la cerradura.
Como todos los días, se ubicó en "su" asiento, y conectó la radio en su celular para escuchar las noticias. Tenía como 45 minutos de viaje, y eso lo entretenía. Por lo menos hasta llegar a la facultad, donde mucha veces subía la chica. Era viernes, y en esta semana la había visto una sola vez, el martes o el miércoles. Era de pelo castaño, largo hasta los hombros, de grandes ojos claros, y una sonrisa luminosa. A veces viajaba con otras compañeras y otras veces sola. Como a esa altura el colectivo iba repleto, él la observaba desde su rincón, sin que ella lo notara. Era muy joven, unos 25 años tal vez, y por eso, jamás se le había ocurrido otra cosa que admirarla en silencio. Estaba seguro que ella ni había reparado en él en todas las veces que habían viajado juntos en este año. Ella se bajaba a los 15 minutos, mas o menos, pero ese tiempo le bastaba para que el regreso tuviera un toque especial.
Al llegar a la facultad, miró la columna que comenzaba a subir al colectivo ya que desde su posición no veía la gente en la parada. Y de repente, ¡allí estaba!. Con un solero verde claro y las carpetas apretadas contra su pecho. Se fue corriendo y quedó parada dos o tres posiciones adelante. Y, por suerte para él, mirando hacia la izquierda, por lo que Rodrigo, la tenía de frente. ¡Todo a favor!
Y de repente...todo se desarrolló vertiginosamente. El flaco que se para atrás de ella y comienza a "apretarla". La chica intenta correrse y el flaco se corre también. A Rodrigo comenzó a subirle un calor a las mejillas, su corazón comenzó a latir aceleradamente, y no se pudo contener. Se paró y le dijo a la chica:
- Vení, por favor, sentate, - y mirando al flaco - A ver si me querés apoyar a mí!
El flaco puso cara de ofendido y le contestó:
- ¿Que te pasa? ¿Estás loco?
Rodrigo dejo pasar a la chica, se acercó al flaco, se le paró enfrente, y a cinco centímetros de su cara, le dijo marcando las palabras:
- Tenés diez segundos para bajarte antes que te tire por la ventana!
El flaco se dio cuenta que hablaba en serio, y los 90 kg de Rodrigo lo deben haber convencido, porque caminando hacia atrás, se fue hacia la puerta y apretó el botón.
Rodrigo se agarró del pasamanos del asiento de un solo pasajero de adelante y miró a la chica. Ella puso su mano sobre la de él y le dijo:
- ¡Muchas gracias! - Para Rodrigo eso fue como un beso. Con voz entrecortada atinó a decir:
- Está bien, no es nada. No me banco estos tipos.
La chica retiró la mano, y agregó:
- No! Es mucho! Donde priva el "no te metás", vos estuviste presente.
Rodrigo le sonrió y no supo que contestarle. Pensaba miles de frases con que seguir la conversación pero no se animó a ninguna. Así siguieron en silencio hasta que ella llegó a destino. Se despidió con un
- Chau, y gracias y otra vez. - Rodrigo sólo atinó a: - Chau, buen fin de semana.
El resto del viaje Rodrigo no podía sacarse de la cabeza lo boludo que había sido al no aprovechar esa oportunidad. El fin de semana se quedó en su casa y ensayó un millón de formas de iniciar el diálogo cuando la volviera a encontrar. Pensó, descartó, rehabilitó, volvió a descartar y volvió a elegir infinidad de variantes, pero no pudo encontrar la que lo convenciera. "Mejor espero e improviso" se dijo finalmente y prendió la tele.
El regreso a casa del lunes lo encontró ansioso como nunca. Cuando el colectivo llegó a la facultad sintió que se le aceleraba el corazón. Fué subiendo la gente, pero nada. Ella no subió. Sintió una desazón muy grande y pensó: "Bueno, será mañana"
El martes casi no pudo concentrarse en el trabajo. Hacía mucho tiempo que ninguna circunstancia lo ponía así. No veía la hora de que el reloj marque las 18 hs, pera salir corriendo a la parada del colectivo. Por fin, se hizo la hora, y como siempre completó su rutina. Cuando el colectivo llegó a la facultad, su corazón latía aceleradamente. Comenzaron a subir y de repente su corazón dio un salto. ¡Allí subía! ¡Por fin! "A ver como la encarás" se dijo. Le llamó la atención que ella pasara directamente sin colocar su tarjeta magnética por la máquina. De repente sintió como que el cielo se le caía encima partido en mil pedazos. Detrás de la chica subió un pibe, mas o menos de su edad, quien pagó los pasajes y después se corrieron al fondo del colectivo tomados de la mano. Se pararon muy juntos y se hablaban mirándose a los ojos, con los rostros casi pegados. Ella estaba tan embelesada que ni se percató que él viajaba en el fondo
Se le hizo un nudo en la garganta. Pensó: "Y bueno ¿que esperabas? Estas cosas sólo pasan en las novelas". Se puso a mirar por la ventanilla y subió el volumen de la radio en su celular. En la FM Tango retumbaba la voz de Julio Sosa: "Que ganas de llorar en esta tarde gris...." Antes no le gustaba el tango...¿Porque será que estaba comenzando a entenderlo?
Osvaldo Villalba
26/11/2012
- Chau, y gracias y otra vez. - Rodrigo sólo atinó a: - Chau, buen fin de semana.
El resto del viaje Rodrigo no podía sacarse de la cabeza lo boludo que había sido al no aprovechar esa oportunidad. El fin de semana se quedó en su casa y ensayó un millón de formas de iniciar el diálogo cuando la volviera a encontrar. Pensó, descartó, rehabilitó, volvió a descartar y volvió a elegir infinidad de variantes, pero no pudo encontrar la que lo convenciera. "Mejor espero e improviso" se dijo finalmente y prendió la tele.
El regreso a casa del lunes lo encontró ansioso como nunca. Cuando el colectivo llegó a la facultad sintió que se le aceleraba el corazón. Fué subiendo la gente, pero nada. Ella no subió. Sintió una desazón muy grande y pensó: "Bueno, será mañana"
El martes casi no pudo concentrarse en el trabajo. Hacía mucho tiempo que ninguna circunstancia lo ponía así. No veía la hora de que el reloj marque las 18 hs, pera salir corriendo a la parada del colectivo. Por fin, se hizo la hora, y como siempre completó su rutina. Cuando el colectivo llegó a la facultad, su corazón latía aceleradamente. Comenzaron a subir y de repente su corazón dio un salto. ¡Allí subía! ¡Por fin! "A ver como la encarás" se dijo. Le llamó la atención que ella pasara directamente sin colocar su tarjeta magnética por la máquina. De repente sintió como que el cielo se le caía encima partido en mil pedazos. Detrás de la chica subió un pibe, mas o menos de su edad, quien pagó los pasajes y después se corrieron al fondo del colectivo tomados de la mano. Se pararon muy juntos y se hablaban mirándose a los ojos, con los rostros casi pegados. Ella estaba tan embelesada que ni se percató que él viajaba en el fondo
Se le hizo un nudo en la garganta. Pensó: "Y bueno ¿que esperabas? Estas cosas sólo pasan en las novelas". Se puso a mirar por la ventanilla y subió el volumen de la radio en su celular. En la FM Tango retumbaba la voz de Julio Sosa: "Que ganas de llorar en esta tarde gris...." Antes no le gustaba el tango...¿Porque será que estaba comenzando a entenderlo?
Osvaldo Villalba
26/11/2012
Muy bueno Barba...me gustó un montón!!!
ResponderEliminarGracias Jorge!! Un abrazo
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